Tuesday, July 31, 2007

¿Perdón?

El ser humano es, por excelencia, un ser lleno de tentaciones, que cae con la misma piedra dos veces, perverso, sociable y racional.

El paralelismo existente entre el bien y el mal, cual batalla épica eterna, que hay dentro de cada uno de nosotros nos atormenta hasta un punto en que ese paralelismo puede llegar a caer en una convergencia de actos en que lo blanco y negro del bien y el mal forman un gris.

Algunas decisiones tomadas por falta de experiencia nos ponen, de una forma inminente, frente a una gran muralla cuyo final, vertical y horizontal, no se pueden observar, pero existe un orificio en el suelo por el que podemos pasar, tal agujero es estrecho en sus laterales y largo en su extensión, uno puede creer que será una forma sencilla de pasar el muro, pero sencillamente esa salida es la salida de las responsabilidad, a las cuales nunca se podrán evadir, pues si queremos caminar a lo largo del muro jamás terminará, si queremos escalarlo no llegaríamos a la cima.

Ante persistentes fallas no nos queda más que atravesar el laberinto de las responsabilidades para encontrar la salida y de ahí volver a tomar otras decisiones que nos permitan esquivar nuevos obstáculos, o evitar los mismos, pues dada la divergencia de la acción-razón que a algunas personas nos caracteriza nos es difícil encontrar algún ariete que nos permita derribar las murallas.

Lo malo de todo esto sería la costumbre, pues se llega al punto vertiginoso en que se forma una fusión entre nuestros tropiezos y el accionar diario, es decir, ya lo tenemos como parte de nosotros, nos condicionamos a tropezar.

Pero siempre existen las disyuntivas, entronques en los caminos que podemos tomar, algunos torcidos por naturaleza, otros a campo abierto, sin una forma definida que nos guíe y por último aquellos rectamente trazados y bien definidos, los cuales nos conducirán a las acciones razonadas, meditadas, escudriñadas y bien tomadas.

Es, casi seguro, que nos encontramos en algún camino o en el entronque, lo que debemos de hacer es que haya conciliación entre la acción-razón, que exista una cohesión entre ambas partes para que vayan de la mano y no separadas por precipitaciones en el accionar espontáneo de las divagaciones neuronales, dejemos que la sinapsis se realice de forma adecuada.

El Id o Ello, según recuerdo la teoría del psicoanálisis de Freud, es la parte más pura y “animal” del ser humano, es aquella que se preocupa puramente del placer, es hedonista, y no da pie a la razón, busca ser cubierta de manera pronta, entonces, si el Ego o el Yo es la parte que interactúa con el mundo externo para lograr satisfacer las necesidades del Ello, es el puente entre la realidad de lo que nos rodea y lo impulsivo con lo que nacemos, debemos de realizar ese equilibrio para mantener, pues, todas las áreas físicas y emocionales de nuestro ser para poder realizar acciones bien determinadas, dándole paso al Súper Ego o Súper Ello, que es el que nos indica los valores ético-morales para mantener un equilibrio entre las otras dos partes antes mencionadas.

Busquemos pues nuestro punto ideal y personalizado para que nuestras acciones y consecuencias, que siempre las habrá, sean acorde al nivel emocional y físico de cada uno de nosotros.
Comentario

El día de hoy leí un comentario del escritor saltillense Armando Fuentes Aguirre, decía, palabras más, palabras menos, que el arte deja de apreciarse cuando se domina o ya le es conocido a uno, porque deja de apreciarlo como debería y cae en la crítica, dice, según él, que es como dejar de hacerle el amor a una mujer para practicarle la autopsia.

Bueno, como es obvio no concuerdo con esa forma de pensar, respetable por cierto, y aun cuando nadie pide que escriba mi contrariedad de pensamiento me pareció interesante expresar el por qué no comulgo con el ex catedrático.

Yo pienso que mientras más se conoce del arte más te sorprendes, ciertamente puedes llegar al punto de la crítica, pero, ¿a caso criticamos porque no apreciamos?, al contrario, cuando se domina un tema, o, al menos, se tiene noción, las expectativas serán mayores y cuando son satisfechas la emoción es mayor, es como, en mi caso, si no supiera del estilo literario de Kafka pues definitivamente sería algo que dejara de lado, pero al contrario, me declaro admirador de su obra, ciertamente no puedo esperar algo mejor de él porque lo escrito, escrito está, y, al menos de que regrese del más allá, dudo que vuela a escribir, sin embargo, no siendo un experto kafkiano, pero teniendo conocimiento de su vida y obra, cada cosa nueva que leo de él me sorprende, aun cuando es una relectura de algunas de sus obras, si se conoce sobre algo te va a interesar saber más y más y descubrir detalles que en la ignorancia pudieran haber quedado en el anonimato.

Entonces no es dejar de hacerle el amor a una mujer para practicarle una autopsia, es hacerle el amor teniendo pleno conocimiento de lo que ella quiere.