Friday, September 07, 2007

La Relatividad del Ser

El ser humano, raras las veces, piensa en el día de su muerte, cuando lo hacen la idealizan y piensan en todos los amigos y familiares que estarán presente el día de su funeral.

¿Qué es la muerte? Andrés Calamaro dice en una de sus canciones “La vida es una sala de espera, la otra es una caja de madera” creo que es muy complejo y efímero tratar de descubrir lo qué es la muerte, pero como siempre, voy a escribir mi punto de vista sobre el final del camino.

Gracias a Dios no me arrepiento de nada de lo que he hecho, por eso me permito tener la mentalidad tranquila sobre el día de mi partida pues a muy pocas cosas le temo y les aseguro que la muerte no es una de ellas, es más, si por mi fuera, y queda expresado en este escrito para la posteridad, no quisiera que me hicieran funeral ni todo esos trámites burocráticos/sociales para meterme tres metros bajo tierra, no quiero que nadie me llore y que mi muerte sea un acontecimiento más de un día cualquiera.

Recuerdo una anécdota de cuando era niño, yo estaba solo en una habitación, acostado en la cama, viendo hacia el techo, como es mi costumbre hoy en día, en ese entonces debí haber tenido unos cuatro años pues aun vivía en Torreón, de pronto dejé de respirar para averiguar si era difícil estar muerto y no poder respirar, la respuesta fue tajante y directa, yo no estaba hecho para morir pues no podía dejar de respirar, fui con mi madre y le pregunté que cómo le hacían los muertos para aguantar la respiración tanto tiempo, para serles sincero no recuerdo su respuesta, pero el hecho se me quedó grabado.

Hace días hice un cheque para pagar los servicios de un amigo, Juan Yánez Lomelí, su familia es muy amiga de la mía, hace siete meses asistí al funeral de su señora madre, Doña María… mañana asistiré al de él.

El día de hoy realicé todos los protocolos sociales, el pésame, las palabras de aliento, el abrazo y el beso, todo eso lo realicé de una forma sincera, con amor y otorgando todo mi apoyo incondicional hacia esa familia, pero todo eso reafirmó mi idea del día en que yo muera, no quisiera que nadie se enterara, que me enterraran inmediatamente sin esperar un “lo siento” por parte de nadie hacia mi familia, puede que suene algo egoísta, puesto que yo ya no estaré y mi familia tal vez necesite de esas palabras.

Hace un par de semanas mi única sobrina perdió a su hijo, un neonato de siete meses, es increíble lo que uno puede llegar a sentir por alguien que aun no conoce, en esa ocasión yo no tuve la oportunidad de viajar a Juárez para estar al lado de mi hermano, cuñada, sobrinos y mi sobrina (se me hizo un nudo en la garganta).

¿Cómo sería, salvo los que se suicidan, saber el día y hora en que uno morirá? Yo creo que uno se comportaría de forma hipócrita, pues, sabiendo que morirá, se comportaría como el público frente a una cámara de televisión.

Tantas veces hemos escuchado o leído que nos comportemos de tal o cual forma con los que nos rodea porque uno nunca sabe cuándo se va a morir el prójimo o uno mismo, pero creo yo que uno se muere siempre tal cual es, digo, si hay un cambio positivo en la vida antes de morirse pues que bien, sino, de todas formas seremos nosotros mismos.
Va a sonar a ego elevado, pero el día que yo me muera asistirá mucha gente a mi funeral, amigos, familia, conocidos, metiches y curiosos, lo único que me intriga, y de vez en cuando me gusta preguntárselo a mis amistades y familiares, es el saber qué impresión tienen sobre mi.

Entonces, para no salirme de los estándares socialmente aceptados lo tengo que escribir, hagamos y digamos hoy lo que tenemos que, antes de que la Catrina nos visite.

Tuesday, July 31, 2007

¿Perdón?

El ser humano es, por excelencia, un ser lleno de tentaciones, que cae con la misma piedra dos veces, perverso, sociable y racional.

El paralelismo existente entre el bien y el mal, cual batalla épica eterna, que hay dentro de cada uno de nosotros nos atormenta hasta un punto en que ese paralelismo puede llegar a caer en una convergencia de actos en que lo blanco y negro del bien y el mal forman un gris.

Algunas decisiones tomadas por falta de experiencia nos ponen, de una forma inminente, frente a una gran muralla cuyo final, vertical y horizontal, no se pueden observar, pero existe un orificio en el suelo por el que podemos pasar, tal agujero es estrecho en sus laterales y largo en su extensión, uno puede creer que será una forma sencilla de pasar el muro, pero sencillamente esa salida es la salida de las responsabilidad, a las cuales nunca se podrán evadir, pues si queremos caminar a lo largo del muro jamás terminará, si queremos escalarlo no llegaríamos a la cima.

Ante persistentes fallas no nos queda más que atravesar el laberinto de las responsabilidades para encontrar la salida y de ahí volver a tomar otras decisiones que nos permitan esquivar nuevos obstáculos, o evitar los mismos, pues dada la divergencia de la acción-razón que a algunas personas nos caracteriza nos es difícil encontrar algún ariete que nos permita derribar las murallas.

Lo malo de todo esto sería la costumbre, pues se llega al punto vertiginoso en que se forma una fusión entre nuestros tropiezos y el accionar diario, es decir, ya lo tenemos como parte de nosotros, nos condicionamos a tropezar.

Pero siempre existen las disyuntivas, entronques en los caminos que podemos tomar, algunos torcidos por naturaleza, otros a campo abierto, sin una forma definida que nos guíe y por último aquellos rectamente trazados y bien definidos, los cuales nos conducirán a las acciones razonadas, meditadas, escudriñadas y bien tomadas.

Es, casi seguro, que nos encontramos en algún camino o en el entronque, lo que debemos de hacer es que haya conciliación entre la acción-razón, que exista una cohesión entre ambas partes para que vayan de la mano y no separadas por precipitaciones en el accionar espontáneo de las divagaciones neuronales, dejemos que la sinapsis se realice de forma adecuada.

El Id o Ello, según recuerdo la teoría del psicoanálisis de Freud, es la parte más pura y “animal” del ser humano, es aquella que se preocupa puramente del placer, es hedonista, y no da pie a la razón, busca ser cubierta de manera pronta, entonces, si el Ego o el Yo es la parte que interactúa con el mundo externo para lograr satisfacer las necesidades del Ello, es el puente entre la realidad de lo que nos rodea y lo impulsivo con lo que nacemos, debemos de realizar ese equilibrio para mantener, pues, todas las áreas físicas y emocionales de nuestro ser para poder realizar acciones bien determinadas, dándole paso al Súper Ego o Súper Ello, que es el que nos indica los valores ético-morales para mantener un equilibrio entre las otras dos partes antes mencionadas.

Busquemos pues nuestro punto ideal y personalizado para que nuestras acciones y consecuencias, que siempre las habrá, sean acorde al nivel emocional y físico de cada uno de nosotros.
Comentario

El día de hoy leí un comentario del escritor saltillense Armando Fuentes Aguirre, decía, palabras más, palabras menos, que el arte deja de apreciarse cuando se domina o ya le es conocido a uno, porque deja de apreciarlo como debería y cae en la crítica, dice, según él, que es como dejar de hacerle el amor a una mujer para practicarle la autopsia.

Bueno, como es obvio no concuerdo con esa forma de pensar, respetable por cierto, y aun cuando nadie pide que escriba mi contrariedad de pensamiento me pareció interesante expresar el por qué no comulgo con el ex catedrático.

Yo pienso que mientras más se conoce del arte más te sorprendes, ciertamente puedes llegar al punto de la crítica, pero, ¿a caso criticamos porque no apreciamos?, al contrario, cuando se domina un tema, o, al menos, se tiene noción, las expectativas serán mayores y cuando son satisfechas la emoción es mayor, es como, en mi caso, si no supiera del estilo literario de Kafka pues definitivamente sería algo que dejara de lado, pero al contrario, me declaro admirador de su obra, ciertamente no puedo esperar algo mejor de él porque lo escrito, escrito está, y, al menos de que regrese del más allá, dudo que vuela a escribir, sin embargo, no siendo un experto kafkiano, pero teniendo conocimiento de su vida y obra, cada cosa nueva que leo de él me sorprende, aun cuando es una relectura de algunas de sus obras, si se conoce sobre algo te va a interesar saber más y más y descubrir detalles que en la ignorancia pudieran haber quedado en el anonimato.

Entonces no es dejar de hacerle el amor a una mujer para practicarle una autopsia, es hacerle el amor teniendo pleno conocimiento de lo que ella quiere.

Thursday, May 24, 2007

MONOTONÍA.



-A Vania Puenteflores,
la verdadera amistad
no la corrompe la distancia
ni la adversidad-




1.- Entorno



Leticia toca a la puerta, no encuentra respuesta, vuelve a intentarlo y nadie del otro lado del umbral contesta, se retira del lugar no sin antes voltear a ver si alguien ha abierto; Leticia en la esquina, le hace la parada a un autobús que tiene escrito en su parabrisas con tinta para zapatos blanco “Eréndira”.

Todo luce solo, el alumbrado público destellando, un perro a la caza de una rata y un camión detiene su marcha, Leticia baja de él y grita: ¡Negro!, el perro voltea y menea la cola, ella sólo mueve su cabeza en forma de desaprobación, sabiendo que el perro estaba a punto de matar una rata, la tercera en la semana.

“Lectura del tarot” se lee escrito sobre una cartulina fluorescente que está pegada en la casa en la que entra Leticia, suspira, su vista clavada en la vieja manija de la puerta de una habitación, la toma y la gira, se escucha el crujido de la madera, pues la puerta no había sido abierta en largo tiempo, ella entra y la vuelve a cerrar.

El olor del incienso sofoca la habitación, un puro ya seco tirado en el piso, en las paredes se observan viejos retratos, algunos en blanco y negro, otros en sepia, todos de paisajes, sobre la mesa un mantel rojo, un mazo de cartas españolas y una moneda en un vaso de agua, Leticia toma la moneda, la seca y la mete en su pantalón roto.

Sabes que ellos se enojan si les quitas lo que les pertenece, dijo Petra, una anciana que está recostada en un catre al fondo de la habitación, ellos hace tiempo que nos abandonaron madrina, contesta Leticia, dirigiéndose a la anciana para darle un beso en la frente y una cajetilla de cigarros sin filtro.

Alberto vino hace dos semanas dice la anciana, Leticia sólo dibuja una sonrisa y no contesta nada, camina hacia la ventana y recorre las cortinas, el polvo acumulado dibujan los destellos del alumbrado público, ¿qué hora es? pregunta Petra, las once menos diez, contesta su ahijada y añade, voy a prepararle algo de cenar, y se retira.

Trastes sucios por todos lados, las cucarachas corren a esconderse cuando se encienden las luces, Leticia prende la estufa, pone un sartén sobre el fuego, añade aceite y se dirige a una mesita de madera, toma un par de huevos, rompe el primero, el olor fétido casi la hace vomitar, con el segundo sucede lo mismo...

Leticia entra en la habitación con un plato en la mano derecha y un vaso en la izquierda, sólo había este pan duro, tenga un poco de agua para que lo pase, dice a su madrina, quien con esfuerzo se incorpora de su catre para tomar sus alimentos, se escucha un celular, Leticia contesta, luego de colgar dice: me tengo que ir madrina.

¿Cómo está?, pregunta Roberto a Leticia, ya en la casa de ambos, Roberto es empleado del departamento postal de la localidad, viste sólo unos calzoncillos y fuma un cigarrillo sin filtro, pasa un momento y vuelve a preguntar, ¿amor, que cómo está?, ella le contesta, igual, insiste que Alberto fue a visitarla.

Las dos de la mañana indica el reloj, los dos están acostados, viéndose mutuamente, ¿cuándo le dirás lo de Alberto?, pregunta Roberto, ella sólo se encoge de hombros, molesta se voltea, le da la espalda, cierra sus ojos y un pensamiento pasa por su cabeza: “pinche Alberto, ¿por qué tenía que hacer eso?”.

Al día siguiente en el mercado están dos señoras platicando, ¿supo lo del muchachito aquel de la esquina?, pregunta una, la otra la reprende, sshhh, y pregunta en seguida, ¿en qué puedo ayudarte Lety?, a lo que le contesta, dame una docena de huevos por favor, despachado su pedido Leticia paga y se va.

El teléfono suena en casa de Leticia, es Roberto quien llama desde un teléfono público, pero en ese momento ella está en casa de Petra preparando los huevos revueltos que la noche anterior no pudo hacerle a su madrina, la cocina ya luce aseada, los trastes guardados y en el cesto de la basura unos huevos putrefactos.

Al acercarse a la puerta de la habitación de Petra escucha a su madrina, Leticia está en la cocina, ve a saludarla, ella entra al cuarto y le pregunta a la anciana, ¿con quién habla madrina?, Petra voltea con Leticia y le dice, pues con Alberto y al volver la vista a donde la tenía agrega, olvídalo hija, con nadie, vete a tu casa, quiero estar sola.

El Negro juega con el cadáver de la rata a la que cazó la noche anterior, el paso de Leticia a su lado es desapercibido, pues está muy entretenido con su pasatiempo, Petra se levanta de su catre, camina hacia donde está el puro tirado, lo recoge y se encamina hacia el buró, abre uno de los cajones y lo pone junto con otros seis que ya están ahí.

Te hablé en la mañana y no contestaste, le dice Roberto a Leticia, los dos están sentados en el comedor, cenando, ella le dice, fui a casa de mi madrina, Roberto vuelve a preguntar, ahora sí le dijiste lo de Alberto, ¿verdad?, y Leticia contesta con una negativa… el silencio se apodera del comedor y ya nadie dice nada.

Son ya las siete de la mañana, los índices de suicidio van en aumento, se escucha en la vieja radio que Roberto escucha mientras se alista para ir a trabajar, Leticia sigue en la cama, no le inmuta el ruido del noticiero, ya me voy, dice Roberto, en espera de una respuesta amorosa, Leticia sólo se acomoda y vuelve a dormir.

No me culpes por lo sucedido Lety, tampoco yo quería que esto sucediera, le dice Alberto, ella furiosa le contesta, ya ni chingas, no tienes idea de lo que tu mamá está pasando, de forma agitada despierta de su sueño Leticia, ya pasa del medio día, ella se queda recostada unos minutos más, recobrando la conciencia y el aliento.

No sé cuánto tiempo más podré soportar esta situación con mi mujer, le dice Roberto a Mario, su compañero de trabajo, lo que ella necesita es de tu apoyo, ahora más que nunca, le dice Mario, sin parar de escribir un reporte en su vieja Olivetti, una máquina adquirida en alguna de las administraciones de la década de los ochentas.

2.- Emociones


Una lágrima rueda por la mejilla de Petra al retomar la lucidez, recuerda que los días han pasado y no ha tenido noticia alguna de Alberto, su hijo menor que siempre fue tímido, que fue motivo de constantes burlas por su defecto al caminar, pues a temprana edad sufrió de polio y sus piernas quedaron dañadas de por vida.

Raquel, esposa de Alberto, vive en unión libre con Ricardo, ella pasa por una aparente felicidad, pero algunas veces se encierra en el baño para intentar reprimir su llanto, para ocultar todo ese sentimiento de culpa que le da al recordar algunos momentos de los siete años que pasó junto a Alberto; Ricardo lo sabe pero no dice nada.

El Negro ha muerto, fue arrollado por un conductor descuidado, el perro estaba al acecho de otra rata más, cruzó la calle sin precaución y no pudo evitar el seco golpe, una niña que vio todo gritó y le lloró al animal, pues era la mascota con la que siempre jugó desde sus primeros pasos, las ratas, es seguro, que no lo extrañarán.

¿Cuál es la jodida prisa tuya Roberto?, le reclama hecha una fiera Leticia a su esposo cuando éste, por tercera vez, le preguntó si Petra ya sabía lo de Alberto, que nuestro matrimonio se está yendo al caño y desde entonces ya no eres la misma, dice Roberto con tono sereno, tratando de tranquilizar a Leticia y, una vez más, ella evade tema.

Petra fuma fuera de su casa, observa a la niña triste, solitaria, sentada en la banqueta, aun no puede olvidar la terrible experiencia de la muerte del Negro, Me alegra verla fuera de su habitación madrina, dice Leticia caminando hacia ella, estoy segura que hoy vendrá otra vez Alberto mi niña, contesta Petra, Leticia sólo la escucha.

La soledad invade la habitación, ya son las cuatro de la mañana y Roberto no ha llegado a casa, Leticia siente miedo al abandono pues, Roberto, jamás se había ausentado, por fin ella cede, toma los primeros objetos que tiene a la mano y, maldiciendo, los empieza a lanzar a todos lados, envuelta en llanto, ira, desesperación… y soledad.

A la mañana siguiente el temor es confirmado, Roberto no llegó a dormir, Leticia está sentada sobre el suelo, no ha dormido, cientos de ideas le cruzan por la cabeza, sabe que ha pasado su línea de aguante, el teléfono suena, ella corre a contestar y quien llama le dice, buenos días señora, estamos haciendo una encuesta sobre el candidato López…

En la comisaría Mario paga una multa, Roberto había sido detenido por manejar en estado de ebriedad, ya libre Roberto agradece a Mario por acudir a sacarlo de la cárcel y le dice, ya no aguanté, se me hizo fácil y ayer me fui a una cantina a ahogar las preocupaciones, Mario lo apoya diciendo, a todos nos ha pasado amigo, ánimo.

Leticia recoge el desorden ocasionado la noche anterior, la pena penetra su corazón, Roberto entra a la casa, ella se abalanza hacia él, lo abraza, rompe en llanto y se desvanece de la impotencia, Roberto se sienta en el suelo junto a Leticia, la abraza, besa y acicala su cabello y, con comprensivo y tierno tono, le susurra, te amo.


3.- Realidad


Todo luce solo, el alumbrado público no enciende ya, hay ratas por doquier pues ya no está el mejor raticida de la cuadra, Leticia camina hacia la casa de Petra, el letrero de la lectura del tarot luce sucio y arrugado en el suelo, entra a la casa, se dirige directamente a la cocina y prepara algo de comer para su madrina, no se escucha ruido alguno.

Leticia gira la vieja perilla para entrar en la habitación de la anciana, el aire está libre de incienso, en la mesa con mantel rojo todo luce igual, incluso hay otra moneda en un vaso con agua, ya vine madrina, no recibe respuesta, ¿madrina?, vuelve a hablarle, Petra no contesta nada, Leticia se dirige a la ventana y corre las cortinas.

Ha pasado una hora, Leticia está abrazada del tieso cuerpo sin vida de su madrina, los ojos de Petra aun están abiertos, su ahijada la suelta, le cierra los ojos, se dirige a la salida de la habitación, hace una escala en la mesa para tomar la moneda del vaso y prosigue su andar con algunas gotas de agua escurriendo de entre sus dedos.

Leticia toca a la puerta, no encuentra respuesta, vuelve a intentarlo y nadie contesta, se retira no sin antes revisar que alguien abriera, para su asombro se ha abierto, regresa sobre sus pasos y le dice a la persona en la entrada de la casa, tu madre murió la semana pasada, Alberto, en ese momento un puro, aun encendido, cae al suelo y Leticia se va.

Tuesday, May 22, 2007


¿Todo bien?

“Se quitan la vida cuatro laguneros”, “le disparan a Carlos Herrera”, “hombre herido en una fiesta”, “arremete contra su esposa e hijos”, “identifican el cadáver de un anciano baleado”, todas estas son notas del periódico regional haciendo alusión a los diferentes acontecimientos ocurridos en la localidad.

La Comarca Lagunera siempre se había caracterizado por ser una región tranquila y libre de grandes atentados, ejecuciones, persecuciones y emboscadas, estamos siendo ya parte de la estadística nacional, poniéndonos a la par, día con día, con ciudades como Monterrey, Tamaulipas, Morelia, Culiacán, Chihuahua, etc.

Es lamentable la reciente ola de crímenes que están ocurriendo, las autoridades fueron tomadas “con los pantalones abajo” e incluso ellos, los encargados de nuestra seguridad, están temerosos, pues ante la falta de respeto del crimen organizado hacia nuestras instituciones de justicia, enviándoles coronas de flores con amenazas, éstas están temerosas de ser blancos principales de hampa, como lo es en Monterrey, quienes los que mayormente atacados son los uniformados.

En días pasados nuestro presidente, Felipe Calderón, entregó el borrador del Plan Nacional de Desarrollo a los diferentes partidos políticos, en él expresa: “Recibí el país en desorden”, ciertamente Calderón se sentó en la silla presidencial de un país con altos índices de delincuencia y corrupción, pero, creo yo, que el señor ha hecho un trabajo impresionante al, aparentemente, no dar tregua al crimen organizado, por eso, creo yo insisto, se han desatados los ataques hacia las figuras de autoridad, tanto municipales, estatales y federales a nivel nacional.

Lo que me preocupa, y aún no me ocupa, es la problemática en mi localidad, puesto que la mayoría de los atentados se habían realizado en la Laguna de Durango, ya se hizo un atentado contra Carlos Herrera y su esposa en Torreón y nuestras autoridades, en sus diferentes representaciones y dependencias, ya recibieron amenazas, por lo que el Ejército Mexicano, de plano, ya tiene que andar “cuidando a sus hermanitos menores” y resguardar las oficinas de la DSPM.

Me uno pues, en este centenario de Torreón, a las voces de las diferentes cámaras, organizaciones y público en general, a que las autoridades se muestren como tal y hagan frente, conforme a derecho, a la ola de ataques y amenazas hechas en nuestra bella Comarca Lagunera y que hagan valer la imagen de esta como una región segura, tranquila y próspera.